martes, 18 de marzo de 2008

Estuve en la Nominilla

POR PEDRO P. YERMENOS FORASTIERI
Sumergido en un charco de pus que ascendía por toda la geografía de mi cuerpo. Lo más terrible era la certeza creciente de que nada podía hacer para que, ante el inexorable transcurrir del tiempo, aquella putrefacción generalizada me cubriera por completo y destruyera mi vida sin piedad y sin razones válidas.

De esa angustiada forma me sentía militando en una entidad cuya degeneración progresiva la llevó a ser lo que es: Una absoluta negación de sí misma. Semeja al acomplejado que cree superada su tara incurriendo en ridículos obscenos. Olvidando que, con ello, no hace más que reafirmar sus límites. Un puñado de desviados ideológicos que han tomado el testamento ético del que fueron albaceas para hacerlo añicos una vez desaparecido el influjo imponente del testador.

Las horribles manifestaciones de metástasis que, como lluvias granizadas empapaban todo el organismo partidario, se sucedían una detrás de la otra. No habían paraguas, impermeables, ni quimio ni radioterapias capaces de detener esos diluvios con vientos de tormentas apocalípticas.

Aquella noche la llevo grabada en mis pupilas ensanchadas como tortas de casabe. El compañero, con ese aire de petulante autosuficiencia que otorga el poder cuando nada positivo se sabe hacer con él, llevaba el portafolios debajo de su brazo. Los demás, como súbditos alelados, aguardaban las buenas nuevas que este enviado de los cielos les tenía reservadas. Era notoria una nerviosa impaciencia en quienes no tenían asegurado el lugar que les garantizara su porción del botín recientemente conquistado. Muy atrás habían quedado los días de servir al pueblo sirviendo al partido. Lo pongo así porque así devino: Un cínico rejuego de palabras.

“He venido a confirmar, con este listado, cuáles miembros del Comité no están en la nómina de instituciones públicas, e informarles que a partir del próximo día 30, pasarán por la Oficina que se les asignará, a retirar un cheque como incentivo por ser miembros de nuestra organización”. No lo podía creer, supuse que se trataba de un error o una mala comunicación. Como en ese momento no trabajaba en el gobierno, pregunté si sería emitido un cheque a mi nombre. La respuesta llegó como daga filosa clavada en mi boca que apenas pude retirar para rechazar aquella ignominia.

Hoy, mi rabia se ha reestablecido al escuchar las sandeces con las cuales se pretende ocultar lo que no es más que uso irresponsable de un patrimonio que es de todos. El secretario general del partido tuvo el descaro de negar que conocía la práctica. Entonces debe renunciar a un cargo del que están usurpando sus funciones. También es mentira que se trate de compensaciones por labores puntuales. A no ser que así se llame a comprar la adhesión reeleccionista. De esa manera se dilapidan los recursos de un país donde su gente no tiene ningún servicio garantizado.

Son los síntomas de la condición terminal de una enfermedad irreversible. En esas circunstancias nadie puede esperar la recuperación de un paciente que, ante el vigor que exhibía, nos ha dejado atónitos con su desplome físico y psíquico. Por fortuna me escapé de su perversa nominilla, antes que su mal contagioso me llegara a la nariz.

yermenossantos@codetel.net.do

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