Por Guillermo Moreno
El pasado jueves 17 el presidente Leonel Fernández se dirigió al país, ante una gran expectación, luego de un notorio silencio de más de dos meses.
El Presidente Fernández nueva vez redujo la crisis a adversos factores externos.
Es obvio que con ello pretende escurrir la responsabilidad de sus erráticas políticas de inversión y gasto público, caracterizadas por el dispendio, la corrupción y el clientelismo, que han devenido en un factor de la crisis que nos arropa.
Al no asumir críticamente en su discurso, este factor propio, hace presagiar la reiteración de políticas y estilos que continuarán profundizando la crisis.
Las ausencias presentes en su discurso, revelan los serios compromisos de su gobierno con los grupos de poder que le garantizaron su reelección.
Lo grave para nuestro pueblo es que la crisis nos atrapa en un gobierno reelecto, sin definición ni voluntad para ejecutar las políticas que demanda la presente situación.
Las tímidas medidas contenidas en su discurso no van a detener el deterioro de las muy precarias condiciones de vida de la inmensa mayoría de los dominicanos.
La eliminación del subsidio generalizado al gas licuado (junto a un próximo aumento de la tarifa de la energía eléctrica) significa un muy duro golpe para la clase media.
El discurso del presidente Fernández dejó claro que no está dispuesto a reducir el alto costo de un gobierno caro como el que preside.
Por eso el presidente se mofa de todos nosotros cuando dispone una reducción de un 5% y de un 10% en los salarios de los que ganan más de 150 y 200 mil pesos.
El presidente sabe que los altos ingresos que percibe la plutocracia oficial no son principalmente por vía del salario nominal.
Lo responsable, Presidente Fernández es la derogación de las resoluciones por las que muchos de sus funcionarios se han asignado dietas y gastos de representación fijos; acceso a incentivos, tarjetas de créditos y bonos.
Lo responsable es por ley establecer una escala que establezca un tope salarial en el Estado, que para un país con nuestras características no debe superar los 300 mil pesos mensuales, y que determine cualquier otro emolumento en las funciones públicas y las condiciones para su otorgamiento.
Lo responsable, Presidente Fernández, es que usted utilice su liderazgo en el partido oficial para producir una estricta disciplina del gasto en los demás poderes Estado, especialmente en el legislativo y los ayuntamientos.
Reducir los costos del gobierno también es prevenir y perseguir la corrupción, materia reprobada por su gestión gubernamental y ausente de su discurso.
Es notable en el discurso del Presidente Fernández la falta de una estrategia de salvaguarda que nos haga menos vulnerable a los factores externos que hoy nos golpean.
Ante todo está ausente una definida política para el ahorro de combustibles en el Estado y en la sociedad, y de fomento de la producción de energía de fuentes renovables.
En estos cuatro años, muchos recursos se han invertido en obras no prioritarias, al tiempo que ocupamos uno de los más bajos niveles en la región por la baja calidad de la educación y del sistema de salud pública.
Por eso, la definición de una estrategia frente a la crisis, Presidente Fernández, supone una reorientación de las prioridades del gasto público, e inversión en desarrollo humano.
En estos cuatro años, su política económica, Presidente Fernández, ha promovido las importaciones en desmedro de la producción nacional, haciéndonos muy vulnerables a los factores externos.
Por eso se hace impostergable un cambio en la política económica
La nueva política económica debe poner en su centro la promoción de la producción y el trabajo, orientando el ahorro nacional especialmente hacia la agricultura, la pecuaria, la manufactura y la artesanía; abaratando los costos de la producción; garantizando el acceso a la tecnología y la biotecnología; impulsando el desarrollo de empresas y agroindustrias que agreguen valor a nuestros productos; creando condiciones para el consumo de nuestros productos y fomentando las exportaciones.
Para protagonizar todos estos cambios se requiere de firmes convicciones, de voluntad y carácter, y de un profundo compromiso social con el bienestar de nuestro pueblo.
Pero lo conocemos, Presidente Fernández, ese no es usted.
Lunes 21 de julio de 2008.
El pasado jueves 17 el presidente Leonel Fernández se dirigió al país, ante una gran expectación, luego de un notorio silencio de más de dos meses.
El Presidente Fernández nueva vez redujo la crisis a adversos factores externos.
Es obvio que con ello pretende escurrir la responsabilidad de sus erráticas políticas de inversión y gasto público, caracterizadas por el dispendio, la corrupción y el clientelismo, que han devenido en un factor de la crisis que nos arropa.
Al no asumir críticamente en su discurso, este factor propio, hace presagiar la reiteración de políticas y estilos que continuarán profundizando la crisis.
Las ausencias presentes en su discurso, revelan los serios compromisos de su gobierno con los grupos de poder que le garantizaron su reelección.
Lo grave para nuestro pueblo es que la crisis nos atrapa en un gobierno reelecto, sin definición ni voluntad para ejecutar las políticas que demanda la presente situación.
Las tímidas medidas contenidas en su discurso no van a detener el deterioro de las muy precarias condiciones de vida de la inmensa mayoría de los dominicanos.
La eliminación del subsidio generalizado al gas licuado (junto a un próximo aumento de la tarifa de la energía eléctrica) significa un muy duro golpe para la clase media.
El discurso del presidente Fernández dejó claro que no está dispuesto a reducir el alto costo de un gobierno caro como el que preside.
Por eso el presidente se mofa de todos nosotros cuando dispone una reducción de un 5% y de un 10% en los salarios de los que ganan más de 150 y 200 mil pesos.
El presidente sabe que los altos ingresos que percibe la plutocracia oficial no son principalmente por vía del salario nominal.
Lo responsable, Presidente Fernández es la derogación de las resoluciones por las que muchos de sus funcionarios se han asignado dietas y gastos de representación fijos; acceso a incentivos, tarjetas de créditos y bonos.
Lo responsable es por ley establecer una escala que establezca un tope salarial en el Estado, que para un país con nuestras características no debe superar los 300 mil pesos mensuales, y que determine cualquier otro emolumento en las funciones públicas y las condiciones para su otorgamiento.
Lo responsable, Presidente Fernández, es que usted utilice su liderazgo en el partido oficial para producir una estricta disciplina del gasto en los demás poderes Estado, especialmente en el legislativo y los ayuntamientos.
Reducir los costos del gobierno también es prevenir y perseguir la corrupción, materia reprobada por su gestión gubernamental y ausente de su discurso.
Es notable en el discurso del Presidente Fernández la falta de una estrategia de salvaguarda que nos haga menos vulnerable a los factores externos que hoy nos golpean.
Ante todo está ausente una definida política para el ahorro de combustibles en el Estado y en la sociedad, y de fomento de la producción de energía de fuentes renovables.
En estos cuatro años, muchos recursos se han invertido en obras no prioritarias, al tiempo que ocupamos uno de los más bajos niveles en la región por la baja calidad de la educación y del sistema de salud pública.
Por eso, la definición de una estrategia frente a la crisis, Presidente Fernández, supone una reorientación de las prioridades del gasto público, e inversión en desarrollo humano.
En estos cuatro años, su política económica, Presidente Fernández, ha promovido las importaciones en desmedro de la producción nacional, haciéndonos muy vulnerables a los factores externos.
Por eso se hace impostergable un cambio en la política económica
La nueva política económica debe poner en su centro la promoción de la producción y el trabajo, orientando el ahorro nacional especialmente hacia la agricultura, la pecuaria, la manufactura y la artesanía; abaratando los costos de la producción; garantizando el acceso a la tecnología y la biotecnología; impulsando el desarrollo de empresas y agroindustrias que agreguen valor a nuestros productos; creando condiciones para el consumo de nuestros productos y fomentando las exportaciones.
Para protagonizar todos estos cambios se requiere de firmes convicciones, de voluntad y carácter, y de un profundo compromiso social con el bienestar de nuestro pueblo.
Pero lo conocemos, Presidente Fernández, ese no es usted.
Lunes 21 de julio de 2008.